La Línea de Fuego

La paciencia del olvido

Cuando empezó a olvidarse de algunas cosas o a confundir otras, a nadie se le ocurrió pensar que era algo más que un descuido. Siempre había sido un poco despistada, un poco exagerada, un poco de tergiversar. A veces se inventaba las letras de las canciones pero siempre creímos que era por divertirnos. Muchas, te contaba la misma historia una y otra vez, siempre con el mismo final. Hasta que algunos de los personajes de sus historias empezaron a desvanecerse. Ella ni siquiera se dio cuenta.

Después empezaron a llegar las miradas vacías, de no reconocer a quien se sienta a su lado. Llegó el dejar de hablar y no sostener la cuchara. Los pañales y el andador que poco a poco fue sustituyéndose por la silla de ruedas. Aunque a veces hay balbuceos. Otras, incluso alguna frase que podemos llegar a entender. Un día hasta consiguió volver a juguetear con una servilleta entre sus manos y mover un pie mientras lo hacía.

Llegó el olvido comiéndoselo todo. Y no estábamos preparados para esto. Llegar a casa y el beso sin respuesta, el rosario abandonado por cuyas cuentas pasaba cada tarde musitando un Credo en el que toda la culpa era suya. Ahora piensas, ¿suya por qué? Pero casi nunca hay respuestas para nada porque lo único que ves es el cuerpo de alguien que ha vivido, que parió tres hijos y cuidó de nietos y padres, consumirse sentada en un sillón mirando sin ver nada.

Entonces solo queda esperar. Aunque a veces el abuelo se siga acercando a ella como si supiera. Y le acaricia la mejilla y le dice «Chica, mira quién ha venido a verte» y no haya atisbo de reconocimiento. Y vuelves a pensar que ojalá ese señor al que ha rezado toda la vida culpándose de algo que ni conocía se acordase de ella. Que no vale la pena sufrir tanto por algo que nunca va a recuperarse. Y lloras mientras lo piensas porque sabes que está mal, pero es lo mejor para todos.

Pero mientras tanto, paciencia. Como la que tiene el olvido mientras llega. Cuidados, besos y abrazos aunque no sepa de dónde llegan. Y recordar todo lo que ella ya no puede.