La Línea de Fuego

Por qué lo personal es político

En 1969, Carol Hanisch, figura del Movimiento de Liberación de las Mujeres en Estados Unidos, escribía «Lo personal es político». Una frase de la segunda ola del feminismo. El objetivo era poner en común las experiencias personales con la estructura política y social.

Hace casi ocho meses que terminaron las campañas electorales y menos de quince días que estamos en otra precampaña. Ese espacio-tiempo en el que todo es personal y todo es político de una forma más intensa. Por un momento, parecía que todo había frenado y empezamos a andar a paso lento. Hasta la investidura con apellido «enquistación».

En campaña, se duerme poco y se escribe mucho. Todo desde las entrañas, aunque a veces eso no sea buena idea para los que acusan el activismo de moralismo político.

Mi madre parafrasearía a Hanisch diciendo que «me lo tomo muy a pecho». 

Movimiento de Liberación de las Mujeres en Estados Unidos,1960

Cuando alguien comienza en el mundo de la política o el activismo lo hace porque considera que puede cambiar una realidad y hacerla más justa. Implicarse en lo público nunca es fácil en un momento en el que lo público no suele estar valorado. Implicarse desde lo local es casi un hecho heróico.

Politizamos nuestra vida porque al compartirla nos damos cuenta que tenemos capacidad para poder transformar esas relaciones de poder que tanto daño nos han hecho durante tanto tiempo y que por algún momento creíamos invariables.


«Cuando alguien comienza en el mundo de la política o el activismo lo hace porque considera que puede cambiar una realidad y hacerla más justa. Implicarse en lo público nunca es fácil en un momento en el que lo público no suele estar valorado»


Lo que sentimos y lo que vivimos está inmerso en una estructura que dependiendo de nuestra clase social ha sometido más o menos a nuestra forma de relacionarnos, de movernos e incluso de comer. Nuestras experiencias personales responden a un patrón patriarcal y capitalista.

Tejer para transformar

Es imposible que no me acuerde de la madre que tiene que tomar un Orfidal para dormir. De la chica joven que no tiene opciones culturales en el pueblo, de la currela que trabaja en una industria alimentaria a turnos y tiene machadada la espalda. De la que no puede dormir porque la responsabilidad le aplasta la cabeza, la compañera que limpia las escaleras del portal de mi casa.

También, de la camarera que está detrás de la barra del bar todo el día, de las trabajadoras del hospital que se matan cada día pensando cómo pueden mejorar la atención de sus pacientes y de aquellos que por cuestiones de precariedad en la sanidad, están horas esperando. Me acuerdo de las estibadoras y de los agricultoras que dan de comer a esta tierra y reclaman justicia. De pequeñas siempre nos decían “con la comida no se juega” y aquí están algunos adultos, jugando.

Por qué lo personal es político nos solidarizamos con la mujer que se somete a un aborto en la clandestinidad porque el estado no reconoce su derecho a hacerlo. Que lo personal es político es uno de los grandes descubrimientos porque permite compartir un espacio que va más allá de lo individual.