La Línea de Fuego

No cuestionemos si necesitamos el feminismo

El pasado jueves en Barcelona, un mosso d’Esquadra mató a su mujer en presencia de su hija y su sobrina para después suicidarse. No había denuncia por malos tratos, aunque la pareja estaba en trámites de separación. Al margen de la posible polémica que pueda haber porque un mosso d’Esquadra con baja médica por problemas emocionales siga en posesión de su arma reglamentaria (¿de verdad es necesario que estando fuera de servicio las fuerzas policiales puedan llevar armas?), la realidad es que con esta víctima ya suman 15 asesinadas en lo que va de año por violencia machista, además de 7 menores de edad huérfanos, niños que han visto matar a su madre y que vivirán con esa mella el resto de sus vidas.

Hechos como este se refuerzan con comportamientos que se ven en los medios de comunicación como ejemplos a seguir. Es el caso de la polémica protagonizada por el presentador de Europa FM, Javier Cárdenas, quien el pasado 22 de marzo, en su programa de radio, comulgó con los comentarios fuera de lugar de un profesor a una alumna, referentes a la amplitud del escote de esta última. Huelga decir que ninguno de los presentes en el programa, casi con total seguridad, sabía hasta dónde llegaba ese escote.

Pero ese no es el problema. El problema es que nos planteemos que un profesor pueda llamarle la atención e incluso faltarle al respeto a una alumna porque, según él, la amplitud de ese escote le distrae, tanto a él como a sus compañeros, de cumplir con su trabajo. El problema es que un medio de comunicación se haga eco de este suceso para encima adoctrinar a sus oyentes y hacer jolgorio sobre el mismo.

El problema, además, es que Cárdenas -como tantos otros- tenga el mal perder de eliminar esos programas para que no quede muestra del original, de acusar a quien protestó en contra del mismo de acoso y manipulación cuando volvió a difundir sus palabras y  emprenderla contra sus detractores en redes sociales hasta tal punto de llamar al teléfono del trabajo de una de ellas para coaccionar a su jefe de que la despida. No contento con eso, aireó su identidad y llevó a su programa a un experto en ciberacoso queriendo dejar claro que, en todo momento, la víctima es él.

El problema es que, a estas alturas, todavía haya quien crea que la víctima es quien acosa y no quien es acosado, quien se salta los límites de la libertad para campar por ellos a sus anchas, quien se cree en potestad de enarbolar banderas de confusión para demostrar quién manda cuando no debería mandar nadie. El problema es que sucesos como este quedan en el olvido, obviando su importancia, al final acaban en 15 muertes por violencia machista en menos de los cuatro meses que van de año.