La Línea de Fuego

Nada de París: la nueva literatura tiene acento británico

En 1983, la revista británica Granta (una publicación sobre narrativa, escritores, reportajes, y en general el mundo de la literatura) publicó el séptimo número de una antología que elaboran periódicamente llamada Best of Young British Novelists. Los editores incluyeron en ese número a siete escritores que con toda seguridad le suenan: Salman Rushdie, Ian McEwan, Martin Amis, Julian Barnes, Graham Swift, William Boyd y Kazuo Ishiguro. Gran ojo crítico el de esta revista.

Lo curioso es que ningún elemento característico en su escritura les une como generación. A primera lectura son totalmente distintos. Eran las nuevas estrellas británicas de la literatura, una marca que vende (o vendía) buenas tiradas. Muchos de sus libros han sido adaptados al cine, pero no son literatura de masas: un fenómeno extraño. Estos británicos…
Se les ha tildado de esnobs incluso. En palabras de Martin Amis: “Algunos críticos opinaban que yo no podía escribir sobre la clase trabajadora”.

Por su parte, Ian Mc Ewan es el más visceral y psicológico de esta generación. En sus obras, muchas de las cuales carecen de excesiva acción, describe las emociones y los enredos psicológicos de los personajes hasta el punto de que

Irvine Welsh. Fuente: Murdo Mac Leod para The Guardian.

Irvine Welsh. Fuente: Murdo Mac Leod para The Guardian.

sientes lo mismo que ellos. Es un maestro de los personajes, y eso es difícil de conseguir. Junto a Irvine Welsh, coétano (sólo diez años los separan), es uno de los escritores británicos más eficaces en la creación de personajes y emociones. Son totalmente diferentes, claro; pero lea Chesil Beach y a continuación Trainspotting, o viceversa, y lo verá claro. Javier Aparicio, en su reportaje para El País, lo incluye en esa generación.

Julian Barnes es otra de las estrellas de esta generación. Y hace autocrítica en El País: “Parte de nuestra literatura es conservadora en exceso, sobre todo si hablamos de la forma(…). Quizá demasiados se centran exclusivamente en contar la historia que tienen entre manos de principio a fin y la estructura se resume a las páginas que les lleva desarrollarlo”.

Sí comparten una cierta visión irónica de la vida, un humor flemático típicamente inglés, pero muy velado, muy en el trasfondo de la historia, que en muchas ocasiones es un drama, como en Expiación, de McEwan, o en El libro de Rachel, de Amis. Si algo tengo claro con lo poco que he leído, es que, a pesar de lo que puedan parecer, los británicos son unos maestros en la creación de personajes y en la narración de emociones, en el reflejo perfecto de un momento concreto y del retorcimiento psicológico de que es capaz la mente humana.

Mc Ewan lo explica así en una entrevista en el diario argentino La Nación: “Para mí, el núcleo moral de la novela es poder habitar otras mentes. Eso es lo que las novelas parecen hacer muy bien y también es aquello de lo que la moral se ocupa: entender que las personas son tan verdaderas para sí mismas como lo es uno para sí mismo”. Y Welsh le da una vuelta de tuerca en una gran entrevista en Jot Down: “Al escribir, miramos a otra gente, pero en realidad lo que estamos mirando son aspectos de nosotros mismos que puede que nunca hayamos utilizado(…). Todos los personajes parten de esos rasgos, todos sienten lo mismo que tú y que el resto del mundo”.

Fuera de las listas, las publicaciones prestigiosas y los premios hasta hace poco, aparece también una generación de escritoras británicas, más cercanas en edad a Irvine Welsh y a Nick Hornby que a Amis o Barnes, muchas de las cuales han roto el mito del conservadurismo literario británico. Algunas de ellas aparecen en la antología de 2003 de Granta. Se trata de Zadie Smith y de Sarah Waters, entre

Zadie Smith. Fuente: elpais.com

Zadie Smith. Fuente: elpais.com

otras; en 2013 vuelve a repetir Smith y el número de mujeres de la lista se equipara casi al de hombres. Smith reflexiona sobre ello en una entrevista en El País: “Parece que te estén diciendo: “Alguien tiene que enseñarle a esta chica a escribir como es debido”. Nadie le habla así a Jonathan Franzen”.

Afortunadamente, eso se está rompiendo. Zadie Smith ya es un icono literario británico. Aquí es más desconocida, pero allí, gracias a su relato del Londres real (no el de las películas) en Londres NW, ya es una autora consagrada por crítica y público. Y de nuevo: “Sólo cuento con la capacidad de hablar con precisión de sentimientos muy comunes”.