La Línea de Fuego

¿Qué es la heteronorma en la cultura? Cariño, la heteronorma eres tú

Cartel del documental. Diseño de Carla Berrocal.

El pasado 2 de julio se estrenaba en Filmin el documental Que sirva de ejemplo. La heteronorma en la cultura producido por Sr. Paraguas y dirigido por Sofía Castañón, diputada por UP y Secretaria de Cultura de Podemos. A través de las voces de distintas personalidades importantes del mundo cultural y, a su vez, LGTBIQ+, este documental va respondiendo a todas esas preguntas de conceptos que sustentan el sistema simbólico y cultural que crea los marcos de nuestras propias vidas.

Heterosexualidad obligatoria

Conceptos como la heternorma, el canon cultural, los referentes, los marcos culturales, o los discursos hegemónicos se explican en este documental de una manera clara, directa, pedagógica e, incluso, divertida. La heteronorma fue nombrada por primera vez por Adrienne Rich, ella la denominó «heterosexualidad obligatoria» y tal y como explica la escritora Gloria Fortún al comienzo de este documental, la heterosexualidad obligatoria es la presunción de que todo el mundo es heterosexual. La también escritora Brigitte Vasallo va más allá y define la heterosexualidad como un régimen político y económico que no se puede desligar del género pues ordena el mundo y determina lo que es un hombre (marca registrada) y una mujer (marca registrada).

Sara Torres, escritora e investigadora, introduce un concepto muy interesante para hablar de heteronorma: el deseo de las mujeres de ser deseadas. Esa necesidad de construirnos para que la mirada masculina nos valide. La filósofa y escritora Elizabeth Duval, que también forma parte del reparto de este documental, me comentó hace no demasiado en una entrevista que «el entrenamiento para ser mujer, también mujer trans, es convertirse en objeto de deseo de los hombres». Además, Vasallo añade que esta disposición constante a la mirada masculina basada en el deseo, la aprobación y la confirmación sigue situando lo masculino en el centro.

El escritor Dario Gael, señala que esta validación masculina no es exclusiva de las mujeres. La sienten también los hombres, tanto los hetero como los homosexuales, bisexuales o transexuales. Esto sucede porque, como bien resalta Gloria Fortún, con la heteronorma se coloca lo masculino en una posición dominante y el resto estamos siempre subordinadas.

Pedagogías transfeministas

La importancia de esta pieza documental, de 50 minutos de duración, lo ideal para proyectarla en una clase y dinamitar el pin parental, es que explica todo de una manera tan pedagógica que es imposible quedarse con alguna duda. A las personas LGTBIQ+ y a las compañeras feministas, les dará conceptos nuevos para aplicar en su día a día, como el «cuñarcado» que emplea Alana Portero, escritora y dramaturga, y que me niego a explicar porque es imposible hacerlo mejor de lo que lo hace ella en el documental. A los hombres heterosexuales les hará reflexionar sobre su privilegio. Una vez que se toma conciencia sobre el mismo, no hacer algo por cambiarlo es, como cuenta Gloria Fortún, citando a la escritora Joanna Rus, «un acto de mala fe».

Semíramis Gonzalez, Carla Berrocal, Juan Tizón, Sofía Castañón y Darío Gael en la presentación del documental en La Morada (Madrid).

El mismo día que se estrenaba Que sirva de ejemplo. La heteronorma en la cultura, se hizo un pase en La Morada, en Madrid, donde a parte de la directora y guionista, Sofía Castañón, y el también guionista y director de fotografía, Juan Tizón, acudieron algunas de las protagonistas de este documental: Semíramis González, comisaria de arte, Carla Berrocal, ilustradora y el escritor Darío Gael. Además, estaba también la Ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra. Después del visionado del documental tuvo lugar un debate muy interesante.

Cultura y poder

Ione Belarra señaló que la creación cultural es una cuestión de poder. Por eso, desde los sectores más retrógrados y conservadores siempre se empeñan en controlar las producciones culturales. Por eso, en nuestro país, la ultraderecha ha impuesto el pin parental allí donde ha tenido el poder para hacerlo. Este pin impide que se imparta contenido feminista o LGTBIQ+ y educación sexual sin autorización expresa de los padres y madres. Es decir, niega la educación feminista y en diversidad al alumnado, impidiendo así derribar estereotipos y comportamientos machistas y LGTBIfóbicos.

No se equivoca Belarra cuando señala la cultura como un elemento más de poder. Los discursos, las narrativas, las novelas, el cine, el arte construyen un orden simbólico que legitima una forma de vivir, una forma de existir y castiga y penaliza todas las que no encajen. Lo explica muy bien en el documental Sara Torres cuando cita a Sara Ahmed y su «promesa de la felicidad». Lo ejemplifica muy bien el periodista y escritor Rubén Serrano cuando afirma que el pensó que nunca podría llegar a escribir un libro o ocupar un espacio cultura por ser «maricón, gordo, tartamudo y de pueblo».

¿Qué simbólico queremos?

Semínaris González comentaba que es necesario acercarnos a ese canon de cultura de una manera crítica. Siendo conscientes de que ha sido un canon cisheteronormativo, machista y LGTBIfóbico, pero sin censurar: «matar al padre no significa no haber tenido padre». Mientras la escucho hablar me quedo reflexionando en qué pasa con esos autores actuales, que están vivos y que siguen creando y que, además, sabemos que no es solo que sus obras reproduzcan estos sistemas de opresión, sino que ellos mismos han ejercido violencias machistas y LGTBIfóbicas.

Brigitte Vasallo en un fotograma del documental.

Ninguna somos amigas de la censura, pero consumir productos culturales de machistas no hace más que legitimarlos. Una cosa es que sepamos acercarnos de manera crítica al canon cultural histórico, pues ya poco podemos hacer más que decir que Picasso fue un misógino. Pero sí que tenemos poder para no volver a ver más una película de Woody Allen y dejar de contribuir económicamente con un violador.

Como podéis comprobar, este documental te hace pensar, te hace reflexionar en el poder que tú tienes como consumidor para cambiar ese canon, para abrir pequeñas grietas en el sistema por las que se vayan colando otros imaginarios, otras formas de crear productos culturales, otras estrategias para crear un orden simbólico feminista y diverso. Mientras escribo estas líneas fantaseo con la idea de que algún señoro de esos que habitan la internet y vuelcan su odio, legitimados tras un user falso, se atreva a preguntarme algo sobre la heteronorma para poder responderle: «Cariño, la heteronorma eres tú».