La Línea de Fuego

Sobre coplas, cuplés y zarzuelas: entre lo doméstico y lo colectivo

La música es un placebo para el alma. No lo digo yo, ya lo decían mi bisabuelo y mi abuelo. El sonido de la tecla de un acordeón en las tardes de verano o el vibrar de la guitarra en plena primavera ya eran suficientes para anestesiar durante un rato las heridas del corazón. Uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia es el de acompañar a mi abuelo a la verbena del pueblo y bailar al ritmo de la orquesta. Y, amigas, aquello sí que era felicidad.

La culpa de que me supiese todas las canciones no la tenía él, ni mucho menos; sino que la que estaba detrás era mi abuela, y su compañera de vida: la radio

Sin embargo, la culpa de que me supiese todas las canciones no la tenía él, ni mucho menos; sino que la que estaba detrás era mi abuela, y su compañera de vida: la radio. Las historias de ‘La Campanera, ‘La Parrala’ o ‘La Zarzamora’ me han acompañado a lo largo de la vida, incluso en aquellos momentos en los que parece que todo se desmorona, como ocurrió en marzo de 2021, con la llegada de una pandemia mundial que transformó por completo nuestra manera de entender el mundo. Todo cambió, excepto ellas. Ahí estaban con sus historias: dispuestas a enseñar, dispuestas a creer en un mundo mejor, dispuestas a resistir.

En esta etapa, la investigadora y docente Lidia García decidió hacer un podcast en el cual rendir homenaje a este género musical. “Las coplas, cuplés y las zarzuelas han sido la banda sonora de la vida de nuestras abuelas, la fiel compañera del barrer y el fregar, del pelar las patatas y poner el puchero al fuego”, escribía García como carta de presentación. En pleno confinamiento, Lidia tuvo la capacidad de hacerme viajar a mí y a otras tantas personas al pasado, a las tardes en las que mi abuela lavaba la ropa en la fuente del pueblo. “Estas canciones fueron la melodía de la ropa recién tendía, del remiendo y la corrala, la sinfonía de los cuidados, el ritmo de las labores invisibles que sostenían y sostienen el mundo”, asegura la autora de esta producción. Y no puede tener más razón.

Más de 300 kilómetros me separan de la persona que en plena pandemia supo hacerme entender el significado que tuvo este tipo de música en la época. Ella no tardó en contestar. Y lo hizo con el mismo arte y desparpajo con el que Concha Piquer se paseaba por las calles de Madrid. Lidia dedicó en 2020 nada más y nada menos que 25 capítulos a hablar de las historias que hicieron reír y llorar a nuestras abuelas.

El nombre de este podcast lo escogió porque además de ser la copla favorita de su madre (y de muchas de las madres de toda España) le sonaba a compañera. “Me parecía muy bonita la idea de que la copla y este tipo de músicas se vivan como una experiencia compartida y colectiva”. Esa al fin y al cabo es la esencia de la copla. “Creo que tiene un componente de acompañamiento, de oír otras historias de otras personas –muchas de ellas mujeres– que se enfrentan a situaciones difíciles”, asegura.

García (@thequeercanibot en Twitter) ha dedicado parte de su vida profesional a investigar el folclore popular, kitsch y género en el arte contemporáneo español. En los últimos años ha analizado los tópicos del kitsch desde una perspectiva más politizada, más autoconsciente y más vinculada con la disidencia sexual. “Estudio este fenómeno y lenguaje en el caso particular de España y de cómo en el arte contemporáneo se revisitan los tópicos de lo cañí”.

Este tipo de música triunfó por aquel entonces “porque era su momento”. Aunque gran parte de este éxito, incide Lidia, viene dada por la capacidad de estas historias tan pasionales de conectar con el público en un sentido emocional.

La copla es un género musical nacido en España en el siglo XX, que tiene su origen en canciones del teatro musical, del cabaret y del teatro de revista

La copla es un género musical nacido en España en el siglo XX, que tiene su origen en canciones del teatro musical, del cabaret y del teatro de revista. En un período en el que España era víctima de una dictadura, este tipo de música fue un soplo de aire fresco, hasta tal punto que llegó a convertirse en la banda sonora de las clases populares, aunque no fue únicamente femenino ni dirigido a las clases obreras.

“Siempre ha orbitado entre dos mundos”

“Siempre ha orbitado entre dos mundos”, ya que si bien el público receptor estaba vinculado con lo popular, los compositores y poetas reconocidos también bebían de las tradiciones del momento. “En este sentido hay que tener en cuenta el papel del público masculino homosexual, ya que fue fundamental tanto desde el punto de vista de la producción como en su consumo. Ha sido un sector de audiencia que prácticamente ha tenido mucho que ver con que el género se mantenga vivo”, subraya Lidia.

El hecho de que tuviera tal impacto en la época tiene que ver con los temas de los que hablaba. “Si bien la base temática de la copla es el amor romántico, pasional y tóxico, también se tratan otros temas”, afirma Lidia, quien considera que uno de los asuntos que trata este género musical es la clase social. “Tal vez es menos visible, porque el foco temático suele estar en el amor, pero muchas de las historias reflexionan sobre la pobreza y sobre las dificultades a las que se enfrentaban las personas que no habían nacido en un entorno con muchas posibilidades”. Y quien piense lo contrario que se lo cuente a María de la O.

“La copla cuenta muchas historias diferentes”, dice la investigadora, que durante meses se ha dedicado a explicar las idas y venidas de la Chiclanera, la Cigarrera o la Piquer. En este género musical hay lugar tanto para aquellas mujeres vinculadas a lo nocturno, a esos espacios de socialización considerados prohibidos en la época, como para las duquesas y princesas del momento. Unidas, por un momento, por la música y por la valentía de sobrevivir. “La revolución de las mujeres de la copla (si es que tal cosa se puede decir) era la de sobrevivir. Cuando eres un sujeto que no está en el centro del discurso, muchas veces ese es el único objetivo”.

Siempre que una piensa en una copla se acuerda de sus madres, de sus abuelas y las imagina o las recuerda cantando mientras estaban limpiando, planchando, fregando etc. Nos remite a ese mundo de los cuidados, a ese espacio de lo doméstico y a lo colectivo

Marife de Triana, Lola Flores o Juanita Reina son los nombres de algunas de las mujeres que revolucionaron el panorama musical del momento. Y no solo eso, sino que a través de su música pusieron sobre la mesa un tema olvidado hasta entonces: el de los cuidados. “La cuestión de los cuidados está muy presente en la copla, sobre todo en la manera en la que se ha consumido y en la manera en la que se nos ha transmitido”, asegura Lidia. “Siempre que una piensa en una copla se acuerda de sus madres, de sus abuelas y las imagina o las recuerda cantando mientras estaban limpiando, planchando, fregando etc. Nos remite a ese mundo de los cuidados, a ese espacio de lo doméstico y a lo colectivo”.

¿Qué si la copla tiene futuro? Lidia ni lo duda. “Hay muchas artistas que continúan con este género en la actualidad y también muchos programas en televisión. Estoy segura de que hay mucha copla por descubrir”. Y así será mientras los ojitos verdes de la Piquer, las flores del lirio real de la Campanera o el arte de la Zarzamora nos cuiden y nos enseñen a cuidar y a disfrutar de la vida. No os entretengo más, dadle al play y dejaos llevar por la belleza de la música. Soñad, reíd y olé.