La Línea de Fuego

Resistencia bisexual: “heterosexuales y homosexuales a la vez, sin ser nosotras nada de eso”

Portada de Resistencia bisexual: mapas para una disidencia habitable

Una tarde de febrero me conecto a skype para hablar con Elisa Coll de su obra, Resistencia bisexual: mapas para una disidencia habitable (Ed. Melusina). Ella no sabe que, para mí, leer este libro ha sido como poner nombre a muchas cosas de mí que no sabía. ¿Por qué me daba tanto miedo nombrarme bisexual? No, perdón, miedo no es la palabra. No tenía miedo de reconocer mi identidad porque yo ya la sabía, pero las pocas veces que la había verbalizado en voz alta (siempre en pequeños círculos de confianza) había recibido comentarios tales como que “solo era una moda que me había dado”, “que quería experimentar” o que “en verdad solo era lesbiana”. 

La dinámica del semáforo

Con este panorama, ¿cómo vas a colgarte una etiqueta que nadie reconoce? Por eso, cuando empecé este libro y me encontré con la dinámica sin nombre me quedé helada. Esta es una dinámica que Elisa Coll y un compañere realizaron en varios talleres sobre adolescencia y bisexualidad. En ella, tienes que poner “la pegatina roja en la edad en la que tuviste tu primer amor, la amarilla, en la edad en la que empezaste a darte cuenta de que tal vez te atraían personas de más de un género; la verde en la edad en la que te nombraste como bisexual”, explica Coll en el libro. Siempre que han realizado esta dinámica ha sido destacable el tiempo que pasa desde que te das cuenta de tu deseo hasta que te nombras como bisexual. Algo que no sucede con personas heterosexuales o con gays y lesbianas. “No teníamos conclusión cuando realizamos esta dinámica, solo estamos averiguando. Los estudios que hay sobre bisexualidad son muy lejanos a nuestra realidad” me cuenta Coll. Sin embargo, ella cree que esto se debe a “la falta de representación, de referentes accesibles cuando eres adolescente”. Esta dinámica está ahora disponible en una plantilla de instagram, los resultado son muy esclarecedores.

Esto me hizo pensar en las series que yo veía de adolescente. No recuerdo ningún referente bisexual; Sí gays y lesbianas. Para ellos, el mayor terror era que sus parejas fueran bisexuales. Porque no te puedes fiar de los bisexuales y son promiscuos y engañan a sus parejas y les hacen mucho mucho daño.

Sororidad desviada: creando mapas

Elisa Coll explica perfectamente cómo el sistema cishetero binarista y patriarcal cataloga las sexualidades como normativa (hetero) y desviada (homo), ¿pero qué pasa cuando no eres ni una cosa, ni la otra? Pasa que vivimos en un “no lugar” y allí, en esa frontera, no se puede crear identidad, no se puede construir hogar. Por ello, Coll plantea una solución: olvidarnos de las líneas y trazar mapas. “Ya, ya, esto es muy bonito”, pienso… “Pero ¿cómo lo llevamos a la práctica?” pregunto un poco angustiada por lo complicado que me parece. “Pues creando espacios, recursos y herramientas específicas que permitan mostrar la bisexualidad como una intersección más”, responde ella con la tranquilidad de quien ha trabajado en profundidad sobre este tema. 

Sistema sexual: frontera bisexual

“Sin duda también es importante hablar de esto con las amigas, sean heteros o bolleras, porque tendremos prácticas y deseos iguales, aunque nuestra identidad sea diferente”. Este libro es también un canto a la amistad: “sin mis amigas, este libro no existiría”. Esas amigas que ayudaron a Coll, también, a crear el concepto de sororidad desviada: “la sororidad desviada es aquella que se da entre bis, bolleras y asexuales. Es importante porque nos urge generar puentes entre el activismo bi, bollero y asexual para crear un activismo en el que quepamos todas, no a consta de invisibilizar a unas u otras, sino poniendo el foco en todo.”

Bifobia y lesbianismo político

Cuando hablamos sobre estos puentes que urge tender, entramos en un terreno pantanoso, el de la bifobia dentro de colectivos del lesbianismo político. Un tema que Coll trata con mucho mimo y respeto dentro del libro: “cuesta más señalar la bifobia de las compañeras que de la hegemonía”. “A la hora de gestionar la violencia que sufrimos de algunas compañeras, depende de las involucradas. Muchas veces se puede hacer pedagogía y otra es necesario que llamemos la atención desde otros lugares”, me cuenta la autora.

De este modo, la solución pasa por crear comunidades bisexuales donde poder ejercer ese activismo que combata la bifobia. Coll analiza en esta obra la importancia de las etiquetas cuando se trata de nombrar algo que ha estado invisibilizado y silenciado:  “Generando comunidad y discurso bisexual te validas y puedes responder a toda esa bifobia.” 

Passing heterosexual

El passing es otro concepto interesante que aparece en la obra y del que aprovecho para charlar con Elisa Coll. Este es un término que estamos más acostumbradas a escuchar con el cis delante. El cispassing es leer a una persona trans como si fuera cis, es decir, no detectarla como trans. Pero el passing también puede aplicarse a bisexuales leídas como hetero. ¿Es esto un privilegio? “Es una herramienta de protección y autodefensa. Si fuera un privilegio se vería reflejado en la salud mental y física del colectivo bi”, afirma Coll. “Además, el passing no funciona en violencia de ámbito privado y, en cierta parte, impide la salida del armario, puede ser una trampa. Una persona bi que no tenga passing hetero puede verse forzada a salir antes del armario.” “Qué interesante”, pienso mientras escucho embobada lo que Coll me cuenta a través de esa ventanita del skype. ¿Será mi passing hetero el culpable de que no me haya denominado bisexual hasta tan tarde? ¿O será un mix de todo lo que cuenta Elisa Coll en Resistencia bisexual?

Invisibilización, bifobia, miedo al rechazo, miedo a salir del armario pasados los 20 (y casi en la treintena), miedo a sufrir violencia de compañeras, miedo a sufrir violencia de parejas, miedo a ser un fetiche, ese unicornio para tríos en los que “pasarlo bien heterosexualmente”, lo cual es, como afirma Coll en su obra, un oxímoron. No lo sé, solo sé que leer este libro ha sido como abrir ventanas y ventilar ese armario interno. Cierro el libro, desconecto skype y escribo a mis amigas para decirles que tienen que leer esta obra. Escribo a las que son bisexuales y a las que dudan de su identidad, también a las hetero y a las lesbianas. Todas tenemos que leer este libro.