La Línea de Fuego

Derry Girls, la buena comedia vertebrada por el peso político

¿Cuándo es el momento idóneo para poder hacer un chiste de una tragedia? ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que podamos mirar al pasado para aprender de él mientras nos reímos un rato? El marco de cualquier representación típica de conflicto suele estar lleno de hombres vestidos de gris, encarcelados, con un tono dramático, nubes al fondo y una pésima banda sonora. No hay un tiempo estimado para hacer una comedia sobre una tragedia, pero para Lisa McGee, directora de Derry Girls, dar carpetazo a ese tipo de imágenes oscuras le ha llevado 20 años. La consecuencia: un éxito, aunque creo que poco reconocido. 

En realidad, nada puede empezar mal con una comedia en mitad de una tragedia. A Erin, Orla, Clare y Michelle les tocó criarse en Derry (o LondonDerry), en Irlanda del Norte a principios de los noventa, en un colegio católico en plena época de los Troubles, lo que se traducía a ese tipo de problemas que consistían en que podían poner una bomba en el puente de camino a tu casa. 

Erin, Orla, Clare y Michelle junto con James, el primo de Michelle que llega de Londres, son una pandilla de amigos en plena adolescencia, en plena bomba hormonal donde tiene el mismo peso el baile de graduación que un alto al fuego. Tienen la capacidad de equilibrar las meditaciones sobre lo que es la amistad, el amor, el querer follar con el chico popular del instituto y su ansia de ser tan famosas como para tocar en una banda como The Cranberries. Todo impregnado de política, referencias culturales particulares de una zona de conflicto y una buena banda sonora que va desde Primal Scream hasta Madonna. 

Lo que no parece predecible en Derry, es de alguna manera catártico. Los planes de Erin, Orla, Clare, Michell y James suelen fracasar estrepitosamente. Esa es la adolescencia real. No como la pubertad de series como Rebelde o Gossip Girl donde no era una etapa que reflejase nuestra realidad. También hablaban de la amistad, del amor y querían follar con el chico popular del instituto, pero todo bañado de cierta seguridad y temerosa autorrealización que nadie tiene cuando todavía no has crecido ni medio palmo del suelo.

En Derry, todos los adolescentes de los noventa están en busca de su identidad en una mezcla de tensiones externas e internas. Cuando Clare confiesa que es lesbiana, Erin pone el grito en el cielo, pero es una reacción que dura menos de tres minutos en el capítulo. Erin acaba gritando en mitad del colegio católico, que sí, que las lesbianas existen. Cuando una de las estudiantes ucranianas que está de intercambio en Derry declara que todo el asunto de la violencia en Irlanda del Norte es «estúpido», Erin se siente ofendida, pero Clare,  que nunca cuestionó la política que heredó, solo contesta: «Dios mío, si que es una estupidez». Luego se pone una camiseta de Union Jack para «quitar el poder de estos símbolos».

Todas las deconstrucciones o dudas se  generan a la velocidad de la luz, no solo en un entorno hostil, marcado por registros policiales rutinarios, la violencia estructural, el racismo y la homofobia, sino también entre escenas familiares poco encantadoras, entre padres que se meten en la vida de los hijos un poco más de la cuenta, alguna pelea familiar por el televisor en la sala de estar o unas estrictas monjas que no tenían ningún problema en ponerte el culo colorao. Es una buena serie. Es difícil negarlo. Meten en una coctelera lo mejor y lo peor de la política, la religión, la guerra y en nacionalismo con un remate peculiar: los ingleses haciendo chistes. 

¿Cómo sería Derry Girls en pleno Brexit?

Irlanda del Norte vivió sus peores años entre 1968 y 1998, un periodo que dejó 3.500 víctimas mortales en un conflicto que suele decirse que dio comienzo cuando la mayoría católica de la ciudad protestó contra el gobierno político protestante en 1969, lo que provocó la batalla del Bogside. Tres años después, los soldados británicos dispararon contra 26 manifestantes católicos desarmados en Derry, matando a 13 personas. Se le conoce como el Domingo Sangriento y tuvo un impacto brutal en el movimiento republicano irlandés.

Erin, Orla, Clare, Michelle y James crecen en Derry, la ciudad de la batalla de Bogside y del Domingo Sangriento, cuando empieza a olerse el alto al fuego, pero donde todavía se palpaba el miedo. Crecen en un lugar donde después de tres décadas de conflicto, la sociedad se mantiene completamente dividida.

En el último capítulo de la segunda temporada de Derry Girls, sale un joven Bill Clinton en imágenes de archivo en 1995, durante su viaje a Derry. Todos le dan la bienvenida ondeando banderitas norteamericanas mientras de fondo suena ‘Zombie’, The Cranberries. Esta canción fue creada como protesta por el atentado perpetrado por la banda terrorista IRA en Warrington en 1993, en el que murieron dos niños.

La última frase de Bill Clinton antes de retirarse del escenario y que dejase de sonar “Zombie”: “Tienen mucho más que ganar trabajando juntos que separándose. Tenga paciencia para trabajar por una paz justa y duradera». Es probable que cuando se emitiera la serie por primera vez en 2018 sonase como a una profecía en mitad de la agitación por la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. En el referéndum de 2016, el 78 % de los votantes en Foyle, el distrito al que pertenece Derry, se mostró a favor de permanecer en la Unión Europea. Ahora, tras el anuncio de un Brexit duro, la mayoría de las personas de Derry temen que el regreso de una frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda agite las tensiones. Que vuelvan, aunque sea en menor medida, los Troubles

Es probable que Erin, Orla, Clare, Michelle y James viviesen ahora con la resaca de una sociedad aún dividida, pero con la memoria, la búsqueda y la protección de su identidad. Es posible, que siguieran haciendo exámenes, preocupados por el desamor y por quien sería el acompañante para el baile de fin de curso con el vestido más hortera del armario. Todo mientras durase la guerra, el Brexit o lo que fuese. 

La gente necesita el humor y la comedia en tiempos oscuros. Es una forma de conectar, de alejarse de los hombres grises. “Go on, go on” (Sigue adelante) que diría la banda irlandesa The Corrs.