La Línea de Fuego

Los versos intimistas de Yanina Giglio en ‘Corva’

La escritora Yanina Giglio.

Corva no tiene nada que ver con curvarse. Se trata de un puñado de poemas donde la argentina Yanina Giglio deja parte de su ser, donde muestra miedos y deseos de una forma íntima pero, a la vez, invitando a la lectora a sumergirse en sus versos.

Yanina es licenciada en Ciencias de la Comunicación y estudia Artes de la Escritura en la Universidad Nacional de las Artes de Buenos Aires. Se ha dedicado ampliamente al mundo editorial y Corva es su segundo libro, después de La Do Te (2015), que nos llega de la mano de la editorial Liberoamérica. Con este currículum, es obvio que Giglio sabe a lo que juega cuando pone las palabras sobre el papel.

Claudia Masin, en el prólogo de esta edición comienza diciendo que «la escritura de Yanina es incendiaria. Toca el lenguaje con rabia, con amor, con esperanza, con terror» y que parece que con él buscase devolverle a la vida. Y así es como lo muestra la propia autora en la dedicatoria principal. «A quienes han logrado salvarse a sí mismos de sí mismos». ¿Quién no ha tenido esa necesidad alguna vez? ¿Quién no se ha visto reflejado en unas palabras ajenas como un bote salvavidas? Eso es lo que, en cierto modo, hace la argentina con sus versos. Tirar ese salvavidas al que amarrarse.

Deja patente así Yanina Giglio en sus poemas esas situaciones que a todos nos pueden llegar a pasar. Que nos ponen justo enfrente del miedo y nos dejan en manos de la incertidumbre.

Hay fiesta en la playa. No tengo dónde estar.
Sigo teniendo sed. Con nadie me vuelco.
¿Dónde guardo, sino entre tus roscas, el pliegue,
la mella de mi fe?

Yanina habla de lo de dentro. De echar de menos. De cuando la descomposición llega a ese amor. Habla con palabras honestas y misteriosas que evocan recuerdos a los que la lectora puede viajar con total normalidad. «Veo desde este tiempo un techo/ partido a la mitad, hundido/ en el tirante mayor, veo también las vías y otros caminos/ anegados por la inundación».

Sin embargo, y aunque en ocasiones las palabras elegidas por la autora puedan transportar a un imaginario hostil en el que todas nos hemos movido alguna vez, los versos de Corva no dejan de cumplir una función sanadora. Porque hablar del dolor es, precisamente, eso. Comenzar el proceso de curar las heridas. De liberarnos. Tal y como deja presente en el poema ‘Entropía’.

Ellas, latentes del mismo tambor perpetuo,
lamen las orejas de los gatos para decir sí, quiero:
la vida tranquila el espacio infinito la descarga total.

Pero, sobre todo y ante todo, Yanina habla de ese arte que es perderse para encontrarse a una misma. Con todo lo que ello implica. Queda en mi mente su poema ‘Iridiscente’, con sus últimos cuatro versos atronadores: «Encontrarme es perder la presencia/ con la precisión del fuego: como una continua manera/ de despedirnos sin regresar ajenas».