«Para mis ancestres y les que vendrán. Para que la memoria siga encendida». Esta es la dedicatoria que reza la primera página de Llueve adentro, de Laura Bianchi, un librito de menos de 80 páginas editado por Índigo Editoras dentro de su colección ‘Hilos’.
A lo largo de los textos que conforman este libro, Bianchi hace un recorrido por la memoria de quienes ya no tiene cerca con una casa como hilo conductor. Lo hace de forma delicada, con las palabras precisas, y a través de una introspección personal. Mirándose dentro y mirando a su alrededor.
«Me encantaría poder decir todo lo que fue esta casa. Pero solo puedo dar una visión. […] Quizá todo esto es la confirmación de algo que me llevó mucho tiempo descubrir: tengo una voz y necesito usarla», escribe Laura casi al final del libro.
Y es que no hay nada más preciso para encontrarse a una misma que rebuscar en la memoria. De quienes fuimos y de quienes nos hicieron ser es como nos construimos. La autora en su recorrido deja constancia de cartas, dedicatorias de libros, todas aquellas huellas que la vida deja a su paso y que perpetran la memoria cuando el olvido llega.
‘Llueve adentro’ destila también cotidianidad, calma dentro de la tempestad. Y es que su historia podría ser la de cualquiera que se enfrenta a una casa vacía por primera vez. En él quedan escritas esas reflexiones que una misma podría hacer pero que Laura ha dejado aquí parte de sí misma al descubierto sin ningún tipo de pudor, pero sin caer en lo mundano.
Los tres capítulos en los que transcurre el libro son también reconstrucción, alivio y paciencia. Una bocanadita de aire y un registro de las vivencias personales con una voz propia que no hay que olvidar.
Ser una huella más en la pared.
Una mancha de humedad que llegue hasta los cimientos. Hasta lo más atrás de todas las capas de pintura que se fueron acumulando por más de 40 años.
Ir descascarándome de a poco, como aguanieve, hasta formar una nueva casa.