La Línea de Fuego

La gordofobia denunciada por Kichi y la importancia de hablar sobre ello

Escribe José María González «Kichi» hoy en su cuenta de Facebook sobre la gordofobia. Lo hace al hilo de que ha cogido unos kilos y la gente no para de decírselo. Aunque él esté hablando sobre la reforma fiscal para no perjudicar a los trabajadores, el apunte son esos kilos de más. Los Phoskitos que se ha comido o ha dejado de comerse. Apelan los comentarios, como siempre, a la salud. Él mismo apunta que nadie le interpela por fumar más, pero sí por engordar.

Después de la acertadísima reflexión que el alcalde de Cádiz ha hecho (podéis leer la en el link del anterior párrafo) caigo, como siempre, en el error de leer los comentarios. Digo error porque siempre acabo enfadada cuando leo las reacciones de la gente a publicaciones de este tipo. Sí es verdad que encuentro comentarios de gente dándole las gracias, gente que permanece callada porque piensa que ser gordo está mal, que por esta condición se merece la discriminación que sufre, los comentarios hirientes y toda esa parafernalia aleccionadora sobre la salud que no hace más que buscar culpables donde no los hay.

Pero también encuentro comentarios que, aunque quizás no quieran hacer daño, no resultan del todo acertados. Dejo a un lado, casi automáticamente, los que son gordófobos con intención. Porque a esa gente, como a todos los que se sitúan en el lado del opresor en prácticamente cualquier ámbito de la vida, poco se le puede decir. Pero con todos aquellos que emiten comentarios paternalistas sin mala intención todavía hay algo que dialogar.

Me refiero a comentarios como «la gordura se cura, la idiotez no». Que no es que sea mentira, aunque tenga algo de falacia. Pero, ¿tiene la gordura una cura? ¿Hay que recalcar esa visión de enfermedad que en la inmensa mayoría de las ocasiones afecta más a la salud mental que a la física? Está demostradísimo que la influencia de estos comentarios mellan la salud mental de quienes la reciben y que quienes emiten estos comentarios están muy lejos de la empatía y de la preocupación por la salud de las otras personas.

Hablo de esto como gorda que ha vivido todas la situaciones que detalla Kichi en su texto en sus propias (voluminosas) carnes. Y que tendrá que vivirlo siempre. Hablo como lectora de todas esas personas que, a raíz de textos como este, de libros como los de Magdalena Piñeyro, de todas las compañeras activistas que día a día luchan contra esta opresión en redes sociales, han decidido empezar a pronunciarse.

Hablo de la necesidad de establecer vías de comunicación, de hacer comunidad entre nosotres para que cada vez esos comentarios sobre las corporalidades que no se ajustan a la norma sean los de menos. Hablo de la necesidad de hablar. De escuchar. De entendernos. De la necesidad de que personas públicas, como Kichi, digan que basta ya. Que pongan el tema en la agenda de contenidos de los medios. De la necesidad de representación.

El otro día leía en Instagram un cartel que rezaba «En la vida hay que aprender tres cosas: inglés, Excel y no opinar sobre los cuerpos de los demás». Y nada más lejos de la realidad.

Porque las personas gordas (la gordofobia nos afecta a todos, sin atender a cuestiones de género, pero con especial inquina se ceba en las mujeres) estamos cansadas de aguantar comentarios hirientes y encima tener que sonreír cuando por dentro estás pensando que te quieres morir. Estamos cansadas de vernos relegadas a un espacio oscuro donde no se nos vea porque una corporalidad distinta molesta. Estamos cansadas de la opresión de unos para mantener los privilegios sobre otras.

Lo único que queremos es vivir. Como cualquier otra persona. Sin tener que escuchar palabras vacías sobre la salud. Pudiendo comprar un vestido, un vaquero o una camiseta sin problemas. Sin estar en un bar con tus amigas y cuando se acerca un grupo de chicos escuchar «yo con la gorda no». Sin tener que aguantar comentarios gordófobos y patriarcales como «si te cuidases más, serías más guapa», «con lo guapa que eres de cara» o el «ahora estás mucho mas guapa» cuando pierdes esos kilos que la sociedad considera de más.

Nos queremos, simplemente, vivas y felices.