La Línea de Fuego

‘Había una fiesta’: un viaje sensorial por el trauma y sus consecuencias

Marina L. Riudoms

Cuando creces entre libros, tu relación con ellos no es muy distinta a la que tienes con las personas. Hay libros con los que sientes una inexplicable conexión magnética desde la primera frase y esa sensación te persigue incluso horas después de haber terminado la lectura. A veces, la sensación de conexión va in crescendo y otras veces no sientes nada especial hasta que, justo en el momento el que terminas la última frase del libro, algo hace click dentro de ti y exclamas: ¡joder! Y en otras ocasiones, sin embargo, eres consciente de que estás leyendo algo muy bien escrito pero, aunque disfrutes con la calidad de la prosa, no eres capaz de conectar con la historia.

El libro que reseño hoy, Había una fiesta, me parece una pequeña maravilla. Pequeña por tamaño, no por calidad. He sentido ese magnetismo  desde el principio y, además, he podido deleitarme cuanto he querido con la prosa de Marina L. Riudoms. Al leerlo, he pasado por ese proceso que me acompaña desde hace un tiempo cuando un libro me enamora. Proceso que viví también durante este último año leyendo, por ejemplo: El verano sin hombres; Listas, guapas, limpias; Cambiar de Idea; Conversaciones entre amigos; Un lugar pagano o Metafísica de los tubos. Inciso: Había una fiesta, Listas, guapas, limpias y Cambiar de Idea han sido editados por Luna Miguel y Antonio J. Rodríguez bajo el sello Caballo de Troya. ¿Casualidad? No lo creo.  

¿Y qué tienen en común estas novelas, además de que han sido escritas por mujeres? Pues que me hacen subrayar y reflexionar sobre lo subrayado; me conectan con lecturas anteriores que también me marcaron y hacen que mi cerebro se estimule y empiece a trabajar a mil por hora. Me hacen sentir viva y plena. Y, por último, todas me impulsan a escribir. Si es que ya lo dice mi amiga Belén: “Nena, es que la buena literatura es la que te da ganas de escribir, ya sabes.” 

Había una fiesta es un viaje sensorial. En una novela en la que los títulos de los capítulos corresponden a canciones, no resulta sorprendente el peso de la música en la narración, pero estoy segura de que el efecto no habría sido el mismo si la prosa de Riudoms se limitase a estimular solo el sentido auditivo. Los continuos estímulos sensoriales presentes en el relato son los que despiertan esta sinestesia constante que hace única a la novela.  Horizontes que saben a sal, luces que huelen a ron, música que sabe a verano… y de fondo la idílica costa italiana, tan instagrameable, tan presente en nuestras retinas. Sobre ese paisaje, fácilmente reconocible, Marina L. Riudoms recrea con precisión ese ambiente de rave que recuerda a la película Spring Breakers (que no me gustó) o a la exitosa serie Euphoria (que me encantó).

Durante la lectura, pude sentir el destello de los láseres y el parpadeo constante de las luces de neón. El brillo de la  purpurina en los cuerpos sudorosos, las bebidas tambaleantes y  las miradas desenfocadas. Oí el tintineo de los hielos cuando te sirven la copa y mi cuerpo entero vibró con los graves de la música en la playa de Capri. Sentí también el tacto de la arena en los pies, el de la gravilla en la garganta y el de la sangre en las manos. Y el olor. ¡Ay, el olor! Había una fiesta huele a salitre. Y a cerveza, ron, sangre y sudor, pero sobre todo a salitre. Soy de costa y llevo el  olor a mar  impregnado en la piel desde el día que nací. Por eso puedo decir, sin temor a equivocarme, que muchos libros nombran el mar, pero solo algunos consiguen oler a salitre.

El tema central de la novela es el trauma y sus consecuencias. La autora decide no centrarse en el abuso en sí para mostrarnos o, más bien, hacernos sentir las consecuencias del mismo. Y lo consigue con gran maestría. Casualmente, estoy  leyendo  La mujer que mira a los hombres que miran a las mujeres, una colección de ensayos de Siri Hustvedt sobre neurociencia, psicoanálisis, filosofía, arte y literatura.

En alguno de estos ensayos, Siri profundiza sobre conceptos que aparecen también en Había una fiesta  y me parece loable como Marina, en tan pocas páginas y con unas pinceladas, es capaz de plasmar lo que pasa después de un trauma. Conceptos sobre los que Siri teoriza, como memoria e imaginación, el Yo como una ficción cultural, la despersonalización o la desrealización, toman vida propia en el texto de Marina. No necesitas ponerle nombre, ni saber sobre neurociencia, para acompañar a la protagonista de la novela en su viaje postraumático.

En uno de esos ensayos,  llamado En la consulta, subrayé este texto: “Los recuerdos no son fijos sino mutables. El presente modifica el pasado”. Y en la novela de Marina L. Riudoms me encuentro lo siguiente: “Nadie puede recordar las cosas de un modo exacto, es parte de la belleza de las imperfecciones humanas”. 

Leo también esto en Había una fiesta: “La realidad podía ser más verosímil en esa distorsión que lo que de verdad les estaba sucediendo”. Y no puedo evitarlo y acudo de nuevo a Siri, en concreto a su ensayo Zonas fronterizas: aventuras en primera, segunda y tercera personas en la encrucijada de disciplinas donde cuenta su propia experiencia con el trauma y habla de un montón de temas interesantes e intrínsecamente relacionados con la percepción de la realidad desde diferentes perspectivas.

ALERTA, SE VIENE SPOILER

He dicho spoiler, así que lee este párrafo solo si has leído el libro, si no para, porfi. Porque esto que cuento me sorprendió y quiero que te sorprenda a ti también. Para, anda. Hazme caso, que merece la pena. Vale, ahora sigo para ti, que ya te has leído Había una fiesta:

El momento en el que la autora rompe la cuarta pared me parece brutal. Y cuando de repente aparece un anuncio de Spotify en el libro, solo pude pensar: menuda genia. Y hasta aquí mi momento fan /necesito comentar esto…

FIN DEL SPOILER

Es bastante obvio, a estas alturas, que recomiendo la novela, pero por si no queda claro, lo repito, haciendo énfasis en que me parece una lectura estupenda para el confinamiento. Lo he devorado en un par de horas, pero han sido dos horas estupendas. Que os sea leve el encierro, amigas. Os dejo la lista de libros que nombré antes, con sus respectivas autoras, por si estáis en busca y captura de nuevas lecturas: 

El verano sin hombres, Siri Hustvedt.

Listas, guapas, limpias, Anna Pacheco.

Cambiar de Idea, Aixa de la Cruz.

Conversaciones entre amigos, Sally Rooney.

Un lugar pagano, Edna O’Brien.

Metafísica de los tubos, Amélie Nothomb.