La Línea de Fuego

50 años de Stonewall: «empoderadas, jodidas, solidarias, siempre divinas»

Este 28 de junio se cumplen 50 años desde aquel 28 de junio de 1969 donde mujeres transexuales, trabajadoras sexuales y racializadas iniciaron los disturbios de Stonewall que han dado lugar a que, internacionalmente, se conozca este día como el día del Orgullo LGTBIQ+.

Estaría muy feo que después de que este día se celebre gracias a estas mujeres, aún hubiera gente que lo llamara Orgullo Gay, ¿no? También que aún haya gente reclamando el día del «Orgullo Hetero» o que partidos políticos que juegan el juego democrático, aunque fomenten el odio, critiquen que las instituciones hondeen las banderas arcoíris en vez de la española «que es la que nos representa a todos».

Pues sí, 50 años después sigue habiendo gente que en estas fechas solo dice Orgullo Gay. Es tremendamente machista reducir el orgullo al único colectivo poblado únicamente por hombres. ¿Por qué no Orgullo Lesbiano? Y no, amigo indignado, no necesitas un día del Orgullo Hetero porque nadie ha cuestionado nunca tu sexualidad ni tu heterosexualidad ha puesto en riesgo tu vida. Y no, la bandera española no nos representa a todas, algunas preferiríamos una bandera no monárquica.

Entre estas críticas que llevamos escuchando 50 años y el pinkwashing al que se ha sometido el Orgullo, pocas se acuerdan ya de las revueltas que dieron lugar a esta celebración mundial. En esos disturbios fueron mujeres trans las que pusieron el cuerpo, hartas de los abusos policiales y de las discriminaciones que sufrían. Sylvia Rivera y Marsha P. Johson son las más conocidas, pero a ellas se les unieron numerosas compañeras.

Ardió Stonewall

Stonewall era un bar frecuentado por el colectivo LGTBIQ+, sobre todo por las drags. Allí, previo soborno a la policía, podían reunirse tranquilamente sin ser molestadas. Sin embargo, ese 28 de junio, la policía decidió hacer otra redada para cobrar un poco más de dinero. Fue entonces cuando las drags empezaron a lanzarle todo lo que tenían a su alrededor: monedas, zapatos, botellas.

La policía tuvo que resguardarse en el bar donde quedaron atrapados mientras Sylvia Rivera y compañía lanzaban cóctel molotovs e intentaban tumbar la puerta de su bar con un parquímetro arrancado de la acera. «Recuerdo cuando alguien arrojó un cóctel molotov, pensé: Dios mío, la revolución está aquí. ¡La revolución está por fin aquí!»

«Finalmente aparecieron los antidisturbios tras 45 minutos. Mucha gente olvida que durante 45 minutos los tuvimos atrapados esa noche», comenta Sylvia Rivera sobre cómo redujeron a la policía. Cuando habla de este cuerpo de la ley, se muestra tremendamente crítica, algo que es normal si tenemos en cuenta cómo eran tratadas las trans por la policía: «siempre percibimos que la policía era el verdadero enemigo. No esperábamos de ella nada mejor que ser tratadas como si fuéramos animales. Nos enclaustraban en calabozos como si fuésemos una manada de bichos raros. Se reían de nosotras. Muchos de ellos nos pegaron y violaron.»

Cuando llegaron los antidisturbios, la revuelta se volvió aún más violenta. Según afirma Sylvia Rivera: «esas reinonas estaban completamente chaladas, comenzaron a botar sobre ellas [sobre las furgonetas] y a dar hostias contra sus parabrisas. Y a continuación se volcó un taxi. A este le siguieron otros coches, mientras se destrozaban todas las cristaleras y se prendía fuego por todo el lugar. Era precioso, sin duda. Era realmente hermoso».

Street Travestite Action Revolutionaries

Tras estos disturbios, Sylvia y Marsha fundaron STAR (Street Travestite Action Revolutionaries), un grupo que acogía a jóvenes travestis, trans y del colectivo LGTBIQ+ que vivían en las calles porque sus familias les habían echado de casa. En STAR les daban una casa, comida y también una familia que sí les aceptaba tal y como eran. Sylvia y Marsha se prostituían para pagar el alquiler de esa casa, cuidaban a sus compañeras e intentaban que no cayeran en la droga ni tuvieran que prostituirse para sobrevivir. Además, casi todas formaban parte de otros movimientos sociales como el de las mujeres, el pacifista o el de los derechos civiles.

Sin embargo, las trans no fueron buenamente aceptadas por parte del colectivo LGTBIQ+ y muchas veces sufrían el rechazo de gays y de alguna que otra lesbiana. Rechazo de gays que querían encajar en el canon masculino y de lesbianas y mujeres que detestaban la feminidad impuesta. En cualquier caso, eran rechazadas por su feminidad performativa. Aún en la actualidad la feminidad que no es para consumo heteropatriarcal no gusta. Por eso aún tenemos que gritar eso de #stopplumofobia.

También hoy se sigue cuestionando a las personas trans y sigue sin aceptarse que haya mujeres con pene. Cuando a Marsha P. Johson le decían que con lo que tenía entre las piernas no podía ser una mujer, ella respondía: «pues no sé lo que soy si no soy una mujer». Los hombres con vagina y menstruantes también siguen siendo catalogados por gran parte de la sociedad como «bichos raros».

La lucha sigue

Por todas las compañeras que lucharon debemos recordar que esto, que hoy es más una fiesta, viene de una revuelta, y que no pararemos hasta que todas las personas puedan vivir libremente sin importar su condición u orientación sexual.

«Creo en nosotras logrando nuestros derechos o de otro modo no estaría aquí fuera luchando por nuestros derechos. Estoy orgullosa de haber marcado el camino y de haber ayudado a cambiar algunas leyes y todo eso.»

Sylvia Rivera

Nota: Todas las citas de este artículo han sido extraídas del libro Acción Travesti Callejera Revolucionaria. Supervivencia, revuelta y lucha trans antagonista, editado por Ed, Imperdible.