La Línea de Fuego

El tiempo de la doctora

Después de 11 temporadas desde la vuelta de Doctor Who a las pantallas, al fin la BBC dio el campanazo anunciando que en su nueva encarnación, el Doctor sería, por primera vez en su historia, encarnado por una mujer. Revuelo, cómo no, ante tal cambio que se avecinaba. Nervios ante la novedad y, sobre todo, ganas por ver el resultado.

Ahora que la temporada ha pasado podemos sentarnos a hacer cábalas y cálculos. ¿Qué ha pasado con el Decimotercer Doctor? Empecemos por la elección de la actriz, Jodie Whittaker. Personalmente, ya la había visto en Broadchurch en un papel dramático a más no poder y me asaltaban las dudas sobre cómo sería su Doctor (¿o quizás deberíamos decir Doctora?), pero no hace falta más que ver el primer capítulo para darte cuenta de que Whittaker es una actriz más que válida para el papel.

Con el primer capítulo, ‘La mujer que cayó en la Tierra’, ya podemos ver cómo se perfilará el nuevo personaje: una mezcla casi irremediable entre sus antecesores David Tennant (con el que además ya había compartido escena en Broadchurch), Matt Smith y Peter Capaldi. A los movimientos, chispa y vivacidad de los primeros les suma el aplomo del último, con un intento por condensar sus grandes monólogos shakespearianos con lecciones sobre la vida que deja tras de sí cada capítulo.

Aquí es donde entra, quizás, el punto débil de la temporada. Y es que según avanzamos a lo largo de los capítulos nos quedamos en bucle con la sensación de estar viendo un primer capítulo de posicionamiento ante los personajes. Ni la Doctora ni sus acompañantes (en plural esta vez y multiplicados por tres, aunque con la impresión a veces de que tres son multitud) acaban por coger consistencia en los 10 capítulos, donde todo se centra en la corrección política y las moralejas al final de cada episodio.

La culpa de esto, para bien o para mal, ha recaído en el nuevo showrunner, Chris Chibnall, autor de la mitad de los capítulos de esta temporada, además del especial de año nuevo, donde al fin ha dado a los fans algo que esperaban desde el momento cero: un villano en condiciones, de los de toda la vida del Doctor Who, que no podían ser otros que los Daleks.

 

Para algunos, Chibnall se ha cargado la esencia de la serie dejando demasiados cabos sueltos en la construcción de personajes y la trama de la temporada en general. Para otros, esta vuelta de tuerca humanista alrededor de la serie es lo mejor que podría haber pasado, haciendo que no nos olvidemos que el verdadero propósito de Doctor Who es precisamente el aprendizaje del espectador.

Lo hace esta vez con capítulos tan necesarios como ‘Rosa’ o ‘Los buscadores de brujas’ que incide aún más en un show abiertamente feminista desde que se retomase en 2005. Por la serie han pasado personajes homosexuales (cómo olvidar a la espectacular y maravillosa Madame Vastra y su mujer Jenny Flint, o a Bill Potts como acompañante del Duodécimo Doctor), mujeres normales y corrientes que pueden ser las heroínas geniales, con todo su carácter y su manera de hacer las cosas como Donna Noble o el sensacional personaje de River Song. Incluso la TARDIS, en claro género femenino, sin la que el Doctor no sería nada.

Sea como sea, y aunque las opiniones sean dispares, con una nueva temporada confirmada, una cosa está tremendamente clara: la BBC sigue apostando por hacer una televisión de calidad que va más allá del puro entretenimiento. Y eso es algo con lo que otras televisiones no pueden casi ni soñar.