La Línea de Fuego

Mercedes deBellard y el activismo ilustrado

Fotos de Yasmin Ferreras (@YasminFerreras)

Entre la marcha en protesta por la sentencia de la infame Manada y la próxima concentración por la abolición de una de esas vergonzantes señas de la supuesta “identidad nacional” y el epicentro de todas las fiestas de este país, me encontré una mañana cualquiera con Mercedes deBellard, la que le puso cara femenina a la última Feria de San Isidro en Madrid, la que conquistó a Manuela Carmena con sus “mujeres de la calle”, la que nos enamoró a nosotras, mujeres de la calle, lanzando feminismo impreso en mil colores y animalismo escondido entre las flores de sus mantones. 

Ella, como su arte, desprende dulzura al final de las palabras en cada sílaba desgastada por un acento andaluz ya diluido por los años en la capital. De Jaén, enamorada de Granada —que la vio crecer como artista— y adoptada con cariño por Madrid, Mercedes trabaja dibujando y vive por dos causas que, dice, en su búsqueda de empatía y respeto, “van de la mano”: la igualdad entre mujeres y hombres y la igualdad entre seres sensibles.

Aún con la resaca del éxito de la cartelería de San Isidro 2018, Mercedes mira fijamente a quien pregunta, sin pestañear, guardando silencios mientras medita las respuestas sin saber que en la trasparencia de sus ojos ya lo está diciendo todo. Bebe agua con gas —o mejor, agua “con un poco de rollo”— y el sonido de la cámara disparando le dibuja una sonrisa nerviosa que iluminará toda la entrevista. Una entrevista en la que, aunque tímida, se demuestra estar muy por encima de ser, simplemte, la ilustradora del momento, porque Mercedes deBellard podría ser la nueva abanderada de lo que, por qué no, llamaremos aquí “activismo ilustrado”.

— Cuando parto de cero con alguien, me gusta empezar con una pregunta un poco tonta, pero que creo que acaba por decir mucho de una persona que, de momento, no deja de ser una desconocida. Así que allá voy: si por algún azar, el destino te pusiera ante la tesitura de tener que escoger un animal en el que rencarnarte, en el que metamorfosearte para seguir viviendo en otra vida, ¿cuál elegirías y por qué?

— Qué difícil… Uno de los animales que más me gusta es el zorro, no sé por qué, pero supongo que por su carácter: es un animal buscavidas, que se adapta a cualquier entorno y que ha sobrevivido gracias a eso. Puede ser que me sienta un poco identificada con él, porque creo que también me adapto muy rápido a todo.

— Bien, y ahora dime: ¿quién eres? Y cuando digo quién eres no me refiero a una fecha, un lugar y un título, me refiero a qué significas.

— Yo para describirme, lo primero que digo es que me gustan mucho los animales; me considero bastante activista y para mí es lo más importante. Después de eso, ya sí, mi trabajo, que es ser ilustradora.

— ¿Y por qué dibujas?

Dibujo desde que era muy pequeña, supongo que como todo el mundo, pero en mi caso me lo fomentaron mucho desde casa: mi padre pintaba, y pintaba muy bien, pero él nunca pudo dedicarse a ello, así que siempre estaba muy encima de mí para que desarrollase esa faceta de dibujante, de pintora. Él murió hace tiempo, pero estaba muy orgulloso de mí, porque cuando crecí y tuve que escoger algo sobre lo que enfocar mis estudios decidí que fueran las Bellas Artes. En realidad, me encaminé sin intención de dedicarme a nada de esto, simplemente, dejándome llevar… Típico de adolescente, ¿no?: no sé qué hacer, pero llevo toda mi vida dibujando, así que voy a seguir dibujando. Al final, las cosas fueron saliendo, empecé a trabajar de ilustradora y, sin darme cuenta, ya estaba ahí dentro. ¡Ya no hay marcha atrás!

— Indagando entre tus fotos personales, hay dos perras que, sin duda, absorben gran parte del amor que das; en tus primeros dibujos, jirafas, osos polares y zorros; y en los exitosos carteles de la última Feria de San Isidro madrileña ese precioso mensaje camuflado entre los motivos de los mantones de sus protagonistas. ¿Qué ve Mercedes deBellard en los ojos de un animal?

Un amor muy incondicional. Siempre, desde que era muy pequeñita. En mi casa desarrollé mucho esa empatía con los animales: mi madre y mi abuelo tenían una relación diaria con ellos, mi abuela tenía muchísimos perros adoptados, gatos, aves que acogía porque estaban enfermas, mi tía era veterinaria… Todos eran muy respetuosos con los animales.

— No sé cuánto ha calado o no este guiño tuyo en quienes han encontrado esas pequeñas letras escondidas entre claveles y golondrinas, pero, lo cierto es que tu gesto evidencia que tú sí, has tomado conciencia del sufrimiento animal. Hace poco me topé con un fragmento del Manifiesto animalista de Corine Pelluchon que dice así: “Cuando esta verdad penetra en la conciencia, el aire se vuelve irrespirable. A nuestro alrededor se hace un silencio que alberga la soledad, la vergüenza y la certeza de que ya no se podrá seguir viviendo como hasta entonces”. ¿Recuerdas ese momento?

— Sí. Sí. Totalmente. Fue hace cinco años solamente, no llevo mucho tiempo siendo vegana. Había adoptado a una perilla y, no sé, me cambió el chip totalmente. Un día me dije, “¿por qué a esa perra la amo y es mi compañera y me estoy comiendo a otro animal por otro lado?”; entonces lo supe. Supongo que siempre lo tuve dando vueltas en mi cabeza porque en mi familia hay varios vegetarianos, pero nunca había hecho la conexión hasta ese punto. Por eso creo que fue mi perra, que me miraba y yo pensaba que podía ser una vaca o un cerdo, y me los estaba comiendo.

— Más adelante, cuando en tu obra comienza a despuntar el retrato, es la mujer la que se convierte en la fuente de todas las inspiraciones. ¿Es ella más bella, más sugerente, más significante?

— No sé, supongo que siempre me ha gustado darle más presencia a la mujer; hace como más falta, es más necesario.

— No dudo que te supieras feminista antes del encargo del Ayuntamiento de Madrid, pero, ¿te sabías ilustradora feminista?

— La verdad es que no me lo había planteado así. Hago muchas cosas en favor de los animales a través de mis dibujos, pero por el feminismo no había hecho ningún trabajo explícito. Creo que los carteles de San Isidro son mi primera obra feminista, al menos conscientemente y socialmente hecha para eso. Aunque tampoco lo veía tan evidente al principio. Sí, son mujeres, mujeres reales, mujeres de la calle, que no están idealizadas, que no responden a cánones de belleza establecidos; así que respiran ese aire de feminismo, pero no creí que fuera a ser tan fuerte. Es muy guay que la gente lo haya visto así. Es más, ahora tengo ganas de seguir trabajando por ahí.

 — Dicho esto, ¿qué vino antes, el arte o el activismo?

— A mí, personalmente, me satisface más hacer activismo. Pero creo que las dos cosas pueden ir unidas, de hecho, creo que van unidas. Porque tú, al crear algún tipo de expresión, estás comunicando algo. Yo, de alguna manera, a veces elijo eso: ayudar a esa causa a través de la ilustración o del arte.

— Para terminar, quisiera compartir contigo un recuerdo personal. Hace un par de años alguien me dijo al leerme que dejaba parte de mí en lo que escribía; entonces me afectó negativamente porque aquel alguien me lo dijo con esa intención, que esa cualidad parece no estar bien vista en un presente cada vez menos sensible. ¿Qué me dirías si yo ahora te acusara de dejar parte de ti en tus ilustraciones?

— Que espero que así sea. Yo quiero pensar que sí, que siempre dejo algo de mí. Por ejemplo, en los carteles, nadie me dijo que hiciera el guiño vegano, pero yo sabía que tenía que marcarlos con algo importante para mí, ¿sabes? Cuando recibí el encargo fue un dilema para mí: por un lado, el Ayuntamiento enfoca las fiestas como una celebración sin maltrato animal, feminista; pero por otro, hay mucha cultura taurina y van a matar a un montón de animales. Tenía un debate interno muy fuerte, pero, al final, decidí hacerlo, porque es feminista y porque el Ayuntamiento no apoya las corridas de toros, pero tenía que hacer algo, tenía que aprovecharlo y dejar ese detalle. Que a lo mejor la gente no conoce el símbolo [una pequeña “v” con una hoja al final de uno de sus trazos, distintivo del veganismo], porque no son animalistas ni activistas, pero los que sí lo son, lo van a recibir con ilusión.

Para conocer la obra de Mercedes deBellard (@mercedes_debellard): www.mercedesdebellard.net

Agradecimientos a: Café Farmacia, calle de San Vicente Ferrer 32.