La Línea de Fuego

Madrid se llenó de humo violeta

Este miércoles llegué de trabajar exhausta, como de costumbre, y después de comer me quedé profundamente dormida en mi cama, como de costumbre también. Pero a eso de las seis de la tarde me desperté, era 8M y no podía quedarme durmiendo toda la tarde por muy cansada que estuviera.

Me puse una camiseta que gritaba en mi espalda «Not your babe», un lazo morado en el pecho y un chapa con el icónico «We can do it» y puse rumbó a Cibeles. A eso de las siete la plaza ya estaba a reventar, las calles adyacentes se llenaban de gente, pero sobre todo se llenaban de mujeres vestidas de morado pero también vestidas de negro, de luto, porque no estábamos todas, faltaban las asesinadas.

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Gran Vía llena de humo violeta @Belensays_

La manifestación comenzó tarde pero eso no acabó con las ganas de las miles de personas que nos habíamos desplazado hasta allí para gritar que estábamos cansadas del patriarcado pero no de luchar. El feminismo inundó la arteria central de Madrid, la Gran Vía rebosaba humo violeta, rebosa gritos de «¡Que viva la lucha de las mujeres», rebosaba ilusión, ganas, fuerza. Rebosaba feminismo.

Mientras estaba metida en aquella marea morada sólo podía mirar las caras de ilusión, las caras de lucha de todas las mujeres que estaban allí. También había hombres, unos respetuosos, acompañando en la lucha a sus compañeras pero manteniendo una posición secundaria, relegada, que es la que les corresponde en nuestra lucha. Otros en cambio parecían estar sedientos de protagonismo, hombres que deseaban ir en la cabeza de la manifestación, en un bloque no mixto, y que se indignaban cuando las mujeres les decían que no porque «luego queréis igualdad pero a mí me echáis». A veces se me olvida como es el mundo real porque yo vivo en mi burbuja feminista y me relaciono con el primer tipo de hombres y se me olvide que hay hombres en la causa del feminismo que están más por su protagonismo y por su imagen que por conseguir que las mujeres podamos ocupar una posición igual a la suya. Así que, aunque en mi burbuja no serían necesarios los espacios no mixtos la realidad me ha dejado claro que sí. Las mujeres necesitamos espacios que sean solo nuestros donde podamos desarrollarnos sin la atenta mirada masculina. Espacios que los hombres no puedan invadir, espacios donde pensar hacia dónde queremos llevar el feminismo. Espacios para nostras al final y al cabo.

Tras más de dos horas de manifestación cuando llegamos a plaza España fue el momento de celebrar el éxito, era una de las manifestaciones del día de la mujer más multitudinarias que recuerde. Según El País, fuimos 500.000 las que inundamos Madrid de feminismo. Desde mi humilde opinión creo que esta manifestación, este día (con el paro internacional de mujeres que tuvo lugar de 12 a 12:3o) ha demostrado que el feminismo es un movimiento social fuerte, contundente, que ya está arraigado en las mujeres y que, ahora, será muy difícil frenar porque el feminismo está decidido a triunfar, está decidido a terminar con la hipersexualización y la cosificación de las mujeres. Está decidido a llenar todos los espacios públicos de mujeres, a que cobremos lo mismo por trabajos iguales, a que las mujeres dejen de ser cuidadoras, madres y esposas por obligación. Está decidido a que las mujeres puedan caminar seguras por la calle, aunque sea de noche. Está decidido a hacer normales las sexualidades diversas, las identidades de género diversas. Está decidido a que el mundo deje de nombrarse en masculino, a terminar con la visión androcéntrica de la educación. En definitiva, el feminismo está decidido a terminar con el patriarcado porque la revolución será feminista o no será.