La Línea de Fuego

El respeto por la música tiene nombre propio

Por Meren Plath (@serendipia_s)

La primera vez que oí hablar de Morgan fue el verano pasado, allá por julio de 2016, cuando pregunté “¿quién es esta chica que canta Charo con Quique González?”

Se llama Nina”, me dijeron. “Y tiene un grupo que se llama Morgan”.

No curioseé más hasta septiembre, cuando fui a cubrir el Festival Gigante. Fue de los primeros conciertos de la tarde del sábado; tenían un directo tan bien empacado y tan asombroso que me quedé prendada. Aquella voz, todo el despliegue de banda, la complicidad entre ellos y con el público fue quizá lo que más me gustó, aparte de aquellas melodías y letras. Antes de embarcarme en la aventura del Granada Sound, volví a verles en el Teatro Lara, junto con Tulipa Ruiz. Empezaba a despuntar su magia tanto en teatros como en festivales. Sabía, y sabíamos que Morgan no había dicho su última palabra.

En diciembre la banda anunció el concierto en el Escenario Eslava, en la Sala Joy de Madrid. Apuntaba maneras desde el primer momento: una de las salas de conciertos más representativas de la capital, y Morgan iba con un objetivo claro: hacer sold-out. Lo habían conseguido en la Sala Costello con 100 personas, en la Sala el Sol con 200, en el Teatro Lara con 400, y finalmente en la Joy rozando el millar. Cuatro salas abarrotadas en un año de vida. Cuatro medallas que colgarse con orgullo.

Ya hablé del concierto en el Lara hace unos meses, y me referí a lo que vi como un milagro en el que creer. Ya no son un milagro, son una bendición.

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Nina con Quique González en Sargento. Foto de Red Lips Productions.

Puntualísimos, Nina y su banda, junto con sus Golden Girls y un trío de trompetas, arrancaron con Cold. Inicio potente que siguió con Attempting, uno de los temas más movidos del grupo. La Joy estallaba en júbilo. Cheesecake, Work y Goodbye continuaron endulzando una noche digna para el recuerdo. Freely, tema poco habitual en los conciertos del grupo, tuvo también su espacio. Nada desentonaba y todo estaba engrasado como las piezas de un reloj. El poderío vocal y talento de Nina relució en un Roar que brilló con luz propia.

Los conciertos en la capital suelen estar acompañados de sorpresas, y la primera de la noche vino con Weather. Aquí, Nuria, la otra voz de esta canción en estudio, dio junto a Nina una lección musical. Ver a dos voces increíbles juntas en un escenario pone la piel de gallina, y más de uno vivió con emoción el momento.

A esta brillante intervención le siguieron Sometimes y Praying. La segunda sorpresa estaba al caer. El jefe de los detectives, su líder, Quique González, apareció en el escenario, acompañado de su guitarra para cantar una canción nueva en español del grupo, Sargento. La sala quedó en silencio absoluto para escuchar una colaboración emocionante a más no poder. Nina se quedó sola en el escenario para interpretar otro tema en español, Volver, y no dio tiempo al público a recuperarse al arrancar Home. Thank you se encargó de cerrar el concierto antes del bis.

La banda apareció de nuevo con The Night, enfilando ya el final del concierto. Volvieron a sus orígenes con Librero, uno de sus primeros temas, y cerraron finalmente con Marry you, canción en la que Nina comienza a solas con Paco a la guitarra, uniéndose la banda al final mientras agradece a todos aquellos en el escenario, detrás y delante de él la noche.

Fue sin duda una noche digna de recordar, llena de momentos memorables, de grandes invitados y sobre todo, una noche donde público y banda se arroparon mutuamente con música, silencio (aunque por la parte de atrás de la sala brillaba por su ausencia) y respeto.
No queda más que desear que Morgan continúe con esta brillante trayectoria, con salas abarrotadas, calidad musical, sonido brilante, canciones que persisten en la memoria y, sobre todo, un gran respeto por la música.