La Línea de Fuego

Gracias Clara

Un día como hoy pero de 1888 nacía en Madrid Clara Campoamor, la mujer que consiguió que todas las españolas tengamos derecho a votar en igualdad con los hombres.

clarita-2La figura de Clara Campoamor es una de las más importantes en la historia contemporánea de España. Sin embargo, esta importancia no se refleja en los libros de textos. Los niños y las niñas, los adolescentes y las adolescentes, saben quién fue Clara Campoamor y probablemente habrán leído el discurso que pronunció aquel 1 de octubre de 1931 y que hizo que las mujeres consiguiéramos el derecho al sufragio. Pero, por lo general, poco más se sabe de esta figura femenina que podría ser uno de los mejores modelos para las niñas que quieran ser políticas.

Clara Campoamor nació en Madrid, en el seno de una familia humilde y mientras trabajaba consiguió licenciarse en Derecho siendo una de las primeras españolas que obtenía este titulo. Su carrera como abogada se centró sobre todo en el tema de los divorcios, Clara Campoamor defendía a mujeres ante los tribunales en estos casos en una España donde el matrimonio era aún un voto sagrado casi inquebrantable.

Cuando el 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República Española, los republicanos decidieron conceder a las mujeres el sufragio pasivo, es decir, el derecho a ser elegibles. Gracias a esto, Clara Campoamor se convirtió en Diputada por el Partido Radical. Dos mujeres más consiguieron entrar en el Congreso, Victoria Kent por el Partido Radical-Socialista y Margarita Nelken por el Partido Socialista.

Una vez dentro del Congreso la labor de Clara fue impecable. Entró a formar parte en la Comisión encargada de redactar la Constitución. Allí trabajó duramente para que las mujeres consiguieran más derechos civiles como el divorcio, poder reclamar la paternidad de sus hijos, y sin duda, por el que Clara ha sido recordada y el que más tiempo y disgustos le costó, el sufragio activo femenino en igualdad con los hombres.

Clara Campoamor quería asegurarse de que este derecho se recogiera en la Constitución para que ninguna ley posterior pudiera limitarlo. Aquí fue donde se encontró numerosos problemas, desde parlamentarios alegando que «las mujeres son histerismo» y que por eso era poco más que una locura que nos dieran el voto, hasta mujeres como Victoria Kent defendiendo que las mujeres no estaban preparadas para votar porque no participaban en la política pero si en la religión y porque, además, tenían un alto grado de analfabetismo.

Numerosos republicanos de izquierdas que se consideraban a sí mismo progresistas querían negarles a las mujeres este derecho porque tenían miedo de que le entregaran el voto a las derechas. Clara tuvo que pelear con la palabra en el Parlamento para conseguir preciado derecho al voto. Gracias a un discurso en el que defendió la capacidad de las mujeres y en el que desargumentó todas las acusaciones que se habían lanzado contra las mismas (analfabetismo, religiosidad…)  y a los votos de los socialistas, y parte de las derechas, pues estas creerían que las mujeres les votarían, consiguió el ansiado sufragio femenino.

«A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.

Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.»

Tras este día de celebración en el que la tribuna del congreso se llenó de mujeres que apoyaban a Clara, la lucha continúo. El 1 de diciembre un republicano presentó una enmienda a este artículo de la Constitución para limitar el derecho de las mujeres al voto en las elecciones generales hasta que votaran al menos en dos municipales. Clara Campoamor tuvo que volver a emplear su retórica para convencer al Congreso de que esto era injusto. Esta vez, el sufragio femenino ganó con el apoyo socialista y sin el de las derechas que habían abandonado la sala al no estar de acuerdo con asuntos religiosos que se acaban de votar.

Clara Campoamor dedicó su vida al sufragio femenino y tuvo que aguantar las acusaciones, las culpas, incluso el odio posterior que sufrió cuando en 1933 las mujeres votaron por primera vez y las derechas ganaron. Claro está que es imposible demostrar que hayan ganado por el voto de las mujeres, pero toda la sociedad española culpó a Clara.

La tenacidad de Clara al defender sus convicciones por considerarlas justas, todo lo que aguantó tanto en el propio Congreso como después pues esta lucha condenó su carrera política, nunca más renovó su acta de Diputada. Cuando estalló la Guerra Civil se exilió y murió en Suiza en 1972.

Es tarea de todas las feministas pero también de toda la sociedad y en especial de las élites culturales recuperar la figura de Clara Campoamor y dotarla de la importancia que tiene. Insistir en todo lo que trabajó Clara y no sólo en el brillante discurso que pronunció pues hay mucho trabajo detrás. Trabajo que Clara hizo sola pues no contó con el apoyo de las otras dos mujeres de la Cámara, Victoria Kent se enfrentó a ella en el debate y Margarita Nelken no acudió a la votación para no votar en contra de su partido. El triunfó de Clara no fue solo para las mujeres sino para toda la sociedad pues consiguió que la República no cometiera el tremendo error histórico de negar el voto a las mujeres. Gracias Clara.