La Línea de Fuego

A favor del lenguaje inclusivo

Este artículo nació en mi cabeza mientras recibía una clase de «Género y enseñanza». En ella se hizo alusión a la importancia del lenguaje inclusivo y ya no pude dejar de pensar en esto el resto del día.

Para los que aún no sepan de qué estamos hablando, cuando nos referimos al lenguaje inclusivo hablamos de un lenguaje no sexista que busca incluir a los distintos géneros en él. Es decir, sería el lenguaje que busca dejar de hablar en masculino como sinónimo de lo genéricamente humano.

Numerosos catedráticos de la RAE (la mayoría son hombres, qué raro) se han proclamado abiertamente en contra de este tipo de lenguaje por considerarlo innecesario por dos cuestiones: la primera la economía en el lenguaje, aluden que es muy repetitivo emplear todo el rato expresiones como «compañeros y compañeras», «alumnos y alumnas», etc. La segunda sería por considerar que el género neutro en castellano (que curiosamente es igual que el masculino) ya nos incluye a todos, masculinos, femeninos y con género sin determinar. Podríamos añadir además una tercera, esta empleada por la mayor parte de la sociedad, sería la defensa que se hace del lenguaje: «el lenguaje no es machista, es así porque la sociedad es machista».

Pues bien, esta frase incluye su propia contradicción. Decir que la culpa no es del lenguaje sino de la sociedad implica que una sociedad que quiera acabar con el machismo deberá utilizar por tanto un lenguaje no sexista. Entonces, se estaría legitimando el uso del lenguaje inclusivo por aquellas que queremos terminar con el machismo.

Cuestiones formales a parte, lo que verdaderamente me parece importante es la fuerza que tiene el lenguaje no solo para crear realidad sino para representarlas. Resulta imposible pensar algo si no podemos nombrarlo. Por tanto, resulta imposible que las niñas se piensen en la escuela como algo más que, madres, esposas de reyes o hijas de estos, ya que son pocos los referentes femeninos que existen en los temarios escolares. Bien es verdad que la historia la escriben los vencedores y durante siglos las mujeres fuimos condenadas al ostracismo, pero no es tan difícil encontrar referentes, tanto en literatura como en historia.

Si no nos nombramos no podemos ser, no podemos hacernos, no podemos pensarnos en un futuro. Así que no me parece tan disparatado emplear más el femenino. Por ejemplo, si un grupo está formado por unas cuantas chicas y un solo chico, ¿por qué nombrarlo en masculino-neutro?, ¿a caso ese chico no puede sentirse identificado con un femenino plural pero nosotras si podemos hacerlo con un masculino-neutro plural? Una de las escritoras que he descubierto este año, Lucía Baskaran (@luciabaskaran), tiene una frase en su novela  Partir que refleja la importancia del lenguaje, os dejo con ella, para reflexionar sobre el uso del lenguaje inclusivo: «lo que no se nombra no existe, o peor aún, se lo llama con un nombre que no tiene nada que ver con lo nombrado».