La Línea de Fuego

El Arte también tiene nombre de mujer

Por Marina Corredor

Cuando nos enseñan sobre la Historia del Arte nos dan a entender que las mujeres eran ajenas a la producción artística, que sólo eran las musas de pintores y escultores, que eran sus amantes o esposas. Todas aquellas mujeres que creaban Arte estaban sistemáticamente ocultas, o eran muy poco visibles. Y sin embargo, algunas consiguieron destacar a pesar del dominio masculino.

Me atrevería a aventurar que Anónimo, que tantos poemas escribió sin firmarlos, era a menudo una mujer.

Virginia Woolf expresó muy acertadamente en esta frase la consideración de “artista anónimo” a lo largo de la historia. ¿Cuántos pintores anónimos están expuestos en museos? ¿Es posible que muchos de ellos sean en realidad mujeres? Aprendices, quizás, o incluso ayudantes que se atrevieron a dar unas pinceladas o cinceladas que podrían equipararse a las del maestro o superarle. La historia, en general, siempre ha sido cruel con la mujer, relegándola a un puesto inferior, y en el caso del Arte, la eterna musa.

Tenemos la cara amable de esta historia, representada por Berthe Morisot, uno de esos nombres femeninos que consiguió destacar. Pintora impresionista, fue la segunda persona que exhibió sus obras en todas las exposiciones impresionistas, al igual que Camille Pisarro. Nació en el seno de una familia burguesa que desde un principio le animó a introducirse en el mundo de la pintura, al igual que su hermana. Fue discípula de Camille Corot, y nunca hizo del arte su afición; a pesar de su condición, salía a pintar al aire libre cuadros de pequeñas dimensiones, además de esbozos para obras grandes.

Contrajo matrimonio con el hermano menor de Édouard Manet, Eugène Manet, y tuvieron una hija que se llamaría Julie.  Posiblemente, el hecho de estar casada con un pintor ayudó a compaginar las tareas de madre y pintora. Al fallecer Eugène, cuidó de su hija con gran devoción, hasta su fallecimiento en 1895.

Su obra se caracteriza por tener obras poéticas, con mucha intimidad, encanto y placidez. Le dio una gran importancia a la luz y usó una pincelada fragmentada. Los protagonistas de todas sus obras fueron su familia y su ambiente.

Además, fue el punto de unión del movimiento Impresionista, ya que ella aportó la financiación para que las exposiciones pudiesen llevarse a cabo. Quedó, sin embargo, por sus colegas masculinos, a pesar de estar muy equiparada a muchos de ellos. Recibió influencias de Degas en una etapa temprana, ya que compartían muchos temas, y de Renoir, en su etapa de madurez.

En la otra cara está Frida Kahlo, mujer sufridora y sufrida, la cual es posiblemente la mujer artista más conocida de toda la Historia del Arte. Nació en México y desde la infancia su vida estuvo marcada por la desgracia, sufrió poliomielitis y gravísimas secuelas a raíz de un accidente de tráfico. Desde aquel accidente, al pasar tanto tiempo postrada en una cama, comenzó a pintar. A pesar de que se la engloba dentro del Surrealismo, ella misma afirmó que no pertenecía a ese movimiento, ya que sus pinturas se basan en sus experiencias vitales, no en sueños.

Estuvo casada con Diego Rivera, el más célebre muralista mexicano, aunque tuvieron una vida sentimental muy truculenta y complicada. Además, era bisexual, y tuvo como amantes a León Trotsky –Diego y Frida refugiaron al dirigente comunista– y la actriz, cantante y bailarina Josephine Baker.

Su obra es muy autobiográfica –de los 143 cuadros que pintó, 55 son autorretratos–, basada absolutamente en sus vivencias, todo el dolor y soledad que soportó durante su vida. Adoptó la técnica de pintar zonas de color amplias y sencillas plasmadas con algo de ingenuidad. Frida quería que su obra fuera una afirmación de su identidad mexicana, y por ello, en muchas ocasiones, recurrió a temas extraídos del folklore y arte popular mexicano.

Tuvo gran amistad con André Breton, el cual le dijo que ella pertenecía ese movimiento, y gracias al contacto que mantenían, Frida expuso en París en 1939. También pudo exponer en Nueva York en 1938, siendo la propia artista la que organizó ambas exposiciones. Gozó del reconocimiento de grandes artistas de la época, como Pablo Picasso o Vasili Kandinsky, aunque su obra alcanzó gran fama y reconocimiento mundial de manera póstuma, alrededor de 1970.

Kahlo se despidió del mundo a los 47 años con unas palabras que denotan el gran sufrimiento que padeció en su vida:

Espero alegre la salida y espero no volver jamás.

Ambas mujeres, a pesar de estar separadas por unos pocos años, supieron destacar en un terreno muy masculinizado, donde la mujer tenía muy definidos sus papeles y estaba encorsetada en ellos. Supieron también ganarse el reconocimiento de sus colegas de movimiento, pudiendo participar en grandes exposiciones, e incluso organizarlas.

La Historia del Arte ha sido cruel e injusta con todas las mujeres que han formado parte de ella, ya bien negándoles el lugar que se merecen o relegándoles al papel de la ayudante. Es importante que se reconozca a las mujeres que entraron de manera silenciosa y prácticamente desapercibidas en ese mundo, hay que admirar su trabajo y estudiarlo. Es nuestro deber que estas mujeres pintoras ocupen el lugar que les corresponde en la Historia del Arte: hombro a hombro con sus colegas masculinos, sin ser menospreciadas o relegadas únicamente al puesto de musas.