La Línea de Fuego

ARCOmadrid 2016 y el arte de la provocación contra la provocación del arte

Fotografía de Yasmin Ferreras (@YasminFerreras)

Que suena parecido, pero no es lo mismo.

Hace 35 años, una galerista pionera en el coleccionismo de arte contemporáneo en España consiguió dar salida a un proyecto que desde hacía tiempo le rondaba el pensamiento pero que, tras la muerte de quien personificaba la censura por aquel entonces, le invadía el espíritu. Era el momento adecuado, sólo había que convencer a las personas adecuadas. Y así lo hizo. En 1982, Juana de Aizpuru dio forma a su idea de exhibir el talento de los artistas nacionales y, al mismo tiempo, de potenciar el coleccionismo de arte contemporáneo en España a través de una feria que lo aunara todo en torno a una única premisa: la libertad creativa. Nacía la primera edición de ARCOmadrid.

Parece mentira. Porque 35 años después, hay quien confunde el resultado de esa libertad con un intento superficial de retar al espectador. Pero nada de eso. “El artista debe crear conceptos. Si son provocativos está bien, pero la intención nunca debe ser la provocación”, afirma Juana de Aizpuru en una entrevista concedida al ABC unos días antes de que diera comienzo la última edición de ARCOmadrid.

Que suena parecido, pero no es lo mismo. A lo que se refiere la fundadora de la feria es a esa chispa que se esconde detrás de cada pieza de arte contemporáneo que nos perturba porque nos causa fascinación, repulsión o, simplemente, porque no la entendemos; a lo que se refiere la galerista es a la capacidad de provocación del arte, que no al arte de la provocación. Porque el arte de la provocación es otra cosa que dominan otros, tales como los medios de comunicación.

Si como de una fuerza magnética se tratara, una obra parece pedirte que la toques y hurgues entre sus entrañas y lo único que te impide hacerlo es la mirada atenta de la orgullosa galerista, entonces, estamos hablando de provocación del arte. Por el contrario, con las malas artes de la provocación juega aquel canal de televisión que opta por reducir a lo anecdótico una de las más importantes ferias internacionales de arte contemporáneo, obviando siempre el trasfondo de cada interpretación artística y, la mayoría de las veces, incluso la autoría de las piezas.

Si nos desconcierta o nos inspira la descontextualización o el reciclaje de objetos perfectamente cotidianos para convertirlos en el centro de atención de tantas miradas, entonces, de nuevo, hablamos de provocación del arte. Sin embargo, resumir en un listado de precios un artículo publicado en un periódico generalista —y por tanto, dirigido a un público con poca intención de comprar y abrirse camino en el coleccionismo por esta vía— es una muestra más del arte de la provocación en todo su esplendor.

Y es igualmente el poder de provocación del arte el que logra hacer de una sombra la continuación de un concepto artístico, como es también el que consigue que una escultura se presente como la materialización de una reinterpretación de la pintura del mismísimo Dalí. Pero, sobre todo, no hay duda de que el arte de la provocación no está en ARCOmadrid ni en ninguna de las propuestas de sus expositores; el arte de la provocación se esconde en el tono sarcástico de quien se cree por encima de algo que, simplemente, no alcanza a su sensibilidad —y quizás tampoco a su entendimiento—.

En la mesa redonda 35 Aniversario de ARCOmadrid. Revisando el pasado; imaginando el futuro, en una jornada homenaje que se rindió a la feria el pasado 1 de febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, dijo: “En un país más dado a la crítica que a la alabanza, lo mejor que se puede decir es que sigamos haciéndolo como hasta ahora”. Pues eso.